sábado, 27 de septiembre de 2008
San Martin se llevó un punto de Arroyito
En una noche para el infarto, Pérez Castro y Bruno fueron los pilares de una remontada que significó mucho más que el punto que San Martín trajo de regreso a La Ciudadela.
Fue como una especie de pacto con el cielo. O con el infierno, depende con qué colores se haya medido el pleito entre “santos” y “canallas” anoche. Fue un partido atípico, raro, de esos que no se ven todos los días, porque pasó de todo. Desde lesiones (ver página 3) hasta cambios tácticos en la visita, que debió acomodarse como pudo.
Y lo hizo muy bien, pese a que durante la mayor parte del encuentro padeció varios sustos en la zona media del “Gigante de Arroyito”. Pero si de cambios se trata, el que mejor se adaptó a las circunstancias fue Facundo Pérez Castro que, de la noche a la mañana, se vistió de “Patrón” en la zaga sanmartiniana cuando Juan Monge le cedió el puesto, luego de abandonar el campo lesionado.
El número cinco fue una pinturita en la defensa de los de Bolívar y Pellegrini. Puso lo que había que poner en un partido caliente y se acopló a la perfección con Matías Villavicencio y con Germán Noce. “El Titán” fue la figura y sus compadres lo acompañaron bien.
Ahora bien, en la zona de mayor acción, en este caso el medio campo, los volantes de La Ciudadela tardaron en acomodarse. Sin embargo, en el momento en que aceitaron la máquina, aportaron ese plus que los hace irreemplazables. El rockero Marcelo Quinteros fue el abanderado de los “aduaneros” visitantes. Otro que acompañó al “rolinga” “santo” fue el ingresado Enzo Bruno. Con su cuota habitual de chispa y despliegue, el estratega halló los huecos que San Martín necesitaba para comenzar a castigar a Central. De a poco, el chiquitín pensador inquietó a todos, incluso hasta a sus compañeros, que agradecieron cada cesión de balón, al tiempo que aplaudieron sus corridas. Ocho puntos para el petiso número 10. Podio para él y para Pérez Castro.
A decir verdad, sobraron los puntos altos en la alineación rojiblanca. Si no, basta con apuntar la mira hacia los delanteros. Flojito lo de Mario Turdó, es verdad, aunque el goleador tuvo poco tiempo para descargar munición gruesa. Sobresaliente lo del “Súper Ratón” Ibáñez, siempre inquietando el arco rival. Aprobado lo de Daniel Vega, que una vez más estuvo cerca de marcar con la cabeza. Y ni qué hablar de Nicolás Herrera, que metió un zapatazo de otra galaxia para emparejar las acciones.
En la noche de los pactos, el “santo” eligió bien y fue al cielo.
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